Parece que Yamaha no quiere olvidar su montura de Supersport, un modelo que ya lleva entre nosotros desde 1999. La publicación japonesa Young Machine se ha hecho eco de ello a través de un montaje sobre una R1 con diferente color que no aclara demasiado pero, cuando el río suena…
Lo que sí se sabe es que su imagen estará más cerca de la de la YZF-R1 que el modelo 2016, heredando parte de su sofisticada electrónica como ha sucedido con la Yamaha MT 10, por ejemplo. No sería descabellado integrar control de tracción sensible a la inclinación (TCS), control de derrape de la rueda trasera (SCS) o antiwheelie. La disponibilidad de centralita IMU hará que su tecnología sea más o menos extensa.
La contención de costes es fundamental en una moto inmersa en un segmento que, actualmente, tiene pocas ventas y básicamente está orientado a rodadas, tandas y competición. Para hacernos una idea, otros modelos históricos como la Suzuki GSX-R 600 o la Honda CBR600RR se van a dejar de comercializar.
Por otro lado, las tendencias actuales pasan por “engordar” esta histórica cilindrada de los 600 cc (véanse la Triumph Daytona 675R, la Ducati 959 Panigale o la MV Agusta F3 800), algo que impediría la participación de la R6 en el campeonato del Mundo de Supersport pues el reglamento sólo permite modelos tetracilíndricos hasta 600 cc.
En los próximos salones Tokyo Motor Show, INTERMOT o EICMA descubriremos qué pasa con la R6.