Prueba Yamaha MT-09 A2 2022

Ya sabíamos hace un tiempo que Yamaha iba a presentar este año, una versión de 35 kW de su tercera evolución de la hypernaked MT-09. Lo que no sabíamos es lo bien que va con la limitación electrónica y el juego que promete dar en el segmento de usuarios del A2 que no quieren cambiar de carné. Por si fuera poco, la versión SP (cargada de chucherías) también está disponible en esta versión de 57 CV.

Estamos hablando exactamente de la misma moto que presentó Yamaha el año pasado, pero ahora disponible con kit de limitación a 35 kW en el modelo 2022. Repetimos, es exactamente la misma moto. Tanto, que hasta comparte colores, electrónica al 99%, todos los controles de tracción heredados de la YZF R1, suspensiones, equipamiento, el impresionante bastidor, subchasis y basculante de aluminio y, la joya de la corona: el motor CP3 de tres cilindros, posiblemente uno de los mejores propulsores del mercado.

La segunda generación de la Yamaha MT-09 llegó en 2021, como una tricilíndrica que dio un salto cualitativo en tecnología y rendimiento gracias al rebaje de peso con la nueva arquitectura de aluminio, el propulsor rediseñado más dinámico y toda la parte electrónica directamente heredada de la YZF R1. Es decir, la última y más eficiente tecnología de asistencia y ayuda a la conducción con la que cuenta la fábrica japonesa.

Sin duda alguna, la nueva MT-09 2022 llega al mercado para revolucionar el segmento de las hypernaked con un producto tan afinado como deseado. Ahora Yamaha completa el círculo de la familia Master of Torque con la versión de 899 cc y 35 kw. Llega a un segmento, dominado en ventas por la Kawasaki Z900 que, aunque sigue siendo una moto mucho menos “moderna” continúa manteniendo el tipo debido a lo bien que está hecha. Su oponente más directa, aunque es una moto muy redonda, es bastante menos moderna en prácticamente casi todo. El resto de oponentes aunque solo lo sean de carné, son la Honda CB650R, BMW F900R, Ducati Monster y Triumph Trident.

CARACTERÍSTICAS Y EQUIPAMIENTO

El motor de la nueva Yamaha MT-09 de 35 kw es el mismo que el de la MT-09 normal. Se trata de un tricilíndrico CP3 con culata de 12 válvulas, 889 cc, limitado a 47 CV (en vez de los 119 CV de la mecánica en su máxima expresión sin limitar) y, sobre todo, un consumo muy reducido (también debido al rebaje de prestaciones digital). El propulsor se comporta de la misma manera que en la versión top hasta que llega a las 4.000 rpm. Ahí, entra la limitación electrónica y la curva queda plana en rendimiento. Pero, hasta las 4.000 el CP3 tiene mucho que decir.

Sin olvidarnos de los pistones forjados, la combustión optimizada con respecto a la generación anterior de la MT-09, una relación de cambio diferente… El peso y las inercias también han sido objeto de trabajo en la última MT-09. Evolución de la que se beneficia la versión de 35 kw. En cuanto al chasis, la MT-09 35 kW llega con un rígido bastidor, subchasis y basculante de aluminio de última composición. Una arquitectura tan probada como efectiva. Sin duda uno de sus puntos a favor. El apartado suspensión está dominado por la horquilla invertida multirregulable de 41 mm con barras recortadas pero mismo recorrido Kayaba y el monoamortiguador trasero con geometría de bieletas diferente regulable en precarga/extensión) de la misma firma.

Si de algo puede presumir, Yamaha es de su genética deportiva y capacidad de innovación. En el caso de la MT-09 35 kW, al igual que las hermanas de gama, solo ha habido que aprovechar sinergias y adaptar la electrónica de la YZF-R1 (nuevos reglajes y settings) para transformarse en otra moto: acelerador electrónico RbW, módulo inercial IMU 6D (125 cálculos por segundo), un solo modo de conducción (aquí encontramos otra de las diferencias con la versión deslimitada), cuatro modos de entrega de potencia, control de tracción en curva (3 niveles, desc.), control de deslizamiento SCS (3 niveles, desc.), ABS en curva Bosch 9.1MP (2 niveles), control anticaballito LIF (3 niveles, desc.), embrague asistido antirrebote, instrumentación TFT a color de 3,5 pulgadas, cambio semiautomático e iluminación completamente basada en diodos LED de fábrica. Como se puede apreciar, llega como una de las hypernaked más completas del mercado.

Como en la versión “normal”, la de 35 kW equipa los mismos frenos Nissin. En el eje delantero, sendas pinzas de 4 pistones y discos de 298 mm, y un solo disco detrás de 245 mm mordido por una pinza de dos pistones. Las manetas son regulables, el depósito es de 14 litros y el peso declarado por la marca es de 189 kg.

EN MARCHA

A los lomos de la Yamaha MT-09 en seguida notas lo bien que está hecha. Así, a primera vista destaca la anchura del depósito, lo compacta que es la moto y rápidamente te das cuenta de que estás a los mandos de una máquina altamente intuitiva y fácil de dirigir. El recorrido que nos tenía preparado Yamaha para probar la nueva versión de la MT-09 combinada a la perfección ruta de montaña con carretera y tramos urbanos. Y hay que decir que se sintió como pez en el agua en todos estos escenarios.

Para personalizar más la ergonomía al tipo de piloto, equipa varias posibilidades de regulación de manillar y estriberas. El manillar es alto y cómodo. Pero por si fuera poco, es posible aumentar 4 mm la altura y 9 mm el avance montando las torretas en sentido inverso. Las estriberas pueden retrasarse 4 mm y subirse 1,4 cm. Permitiendo un ajuste más personalizado, dependiendo de la altura del piloto.

Los relojes están emplazados en el centro del manillar, de manera adelantada y con una tecnología diseñada para obtener la máxima información y visualización de parámetros en cualquier circunstancia. Durante la mañana de ruta, llovió, estuvo nublado y lució el sol. Todas estas características climatológicas nos permitieron observar todas las bondades de una pequeña pantalla TFT a color, de 3,5”, que si bien resulta algo pequeña, es grande en prestaciones.

Ya en marcha, lo primero que sientes es el ronroneo del motor. Uno de sus enormes puntos fuertes pese al Euro5. Los ingenieros japoneses han conseguido que suene tan deportivo y emocional que ayuda a transmitir al piloto las máximas sensaciones. Es todo un placer el rugido del tres cilindros japonés. En cambios de dirección rápidos su arquitectura la transforma en una máquina muy ágil. Tal vez echamos en falta algo más de radio de giro del manillar, pues a veces en parado resulta algo torpe en las maniobras. Aun así, sin ningún tipo de duda, la agilidad de la Yamaha MT-09 es uno de sus puntos fuertes.

El cambio “quick shift”, como ya sabíamos, funciona de maravilla. Al igual que la suspensión. Durante la prueba pudimos rodar tanto con la versión normal, como con la cargada hasta los dientes de chuches, la SP. Apreciamos que al final la versión SP, aunque lleve mejores suspensiones y equipamiento “de aquí a China”, con la limitación electrónica a 57 CV realmente no cumplen la función tan bien como en la versión deslimitada. No hace falta una moto tan dura y con esos componentes en una máquina que funciona en ese rango de velocidades.

El resto, como su hermana, es de intachable comportamiento. En lo que se beneficia la versión para el A2 de la MT-09 es en el consumo, y además en gran medida. Si bien el propulsor no sigue empujando de la misma manera rabiosa que la MT-09 deslimitada a partir de las 4.000 rpm. Eso se traduce en unos consumos contenidos de combustible de más o menos 4,5 litros, algo especialmente valioso a día de hoy. De la misma manera que el comportamiento de los sistemas de ayuda a la conducción cumplen con un extra de eficiencia, al no llevar a la mecánica a los mismos niveles de estrés que la versión normal. El ABS, por ejemplo, es mucho menos intrusivo.

Del motor, qué vamos a decir. Lleno desde abajo, empuja como un cohete hasta que la curva cesa y queda plana por la electrónica. Aunque esto no es un inconveniente. La versión de 35 Kw anda y mucho. Bastante según pudimos apreciar. Para mantenerte a velocidades legales y un poco más, tampoco es que vayas sobrado, es que tienes que ir conteniendo el acelerador. Por cierto, adornado con un bote de expansión flotante y elevado, que a nuestro parecer queda bastante feo ahí situado, tan a la vista.